lunes, 17 de diciembre de 2007

 

Manuel "Choño" Sanhueza




"Como a las nueve de la mañana del 28 de julio fui despertado violentamente cuando llegó un pelotón a buscarnos para conducirnos al campo de prisiones de Pisagua distante un par de kilómetros de allí. "Al partir, como faltaba Manuel, mi suegro y yo se lo hicimos saber al oficial. Este fue al interior de la comisaría a buscarlo. Sin embargo, cuando volvió, su rostro era otro, se veía demudado, molesto y en un estilo muy militar nos dijo que a él sólo le entregaban dos prisioneros. Firmó el libro y nos marchamos".

De allí, tanto Patricio Poblete como su suegro, no supieron más de Manuel. En el campo de prisioneros de Pisagua en donde permanecieron incomunicados por más de un mes y medio perdieron su rastro y sólo pudieron preguntar por él cuando el fiscal de Arica, Hernán Fuenzalida Vicar, se constituyó en el campo. "El fiscal nos dijo que nada sabía de Manuel y que de hecho, él nunca había ordenado nuestro traslado hasta Pisagua como se nos había informado y que nunca había tenido conocimiento de nuestra incomunicación hasta que nos encontró en aquella cárcel de Pisagua". En la segunda semana de octubre ambos detenidos fueron trasladados a Arica nuevamente y encerrados en dependencias del campo de prisioneros de guerra de esa ciudad, de donde fueron sacados a los pocos días y llevados a la Fiscalía Militar. Allí por fin volvieron a encontrarse. Sin embargo, este breve asomo de felicidad, sólo duró algunos instantes. Su presencia en ese lugar, les explicó un uniformado tenía una razón muy puntual. "Allí en una sala y sin explicaciones previas un funcionario nos leyó un telegrama que decía algo así como que Manuel Sanhueza Mellado había fallecido en un accidente de pesca junto a otros dos reos comunes, salvando con vida sólo el gendarme que los custodiaba en la embarcación en que navegaban". Según este telegrama, el accidente habría ocurrido con fecha 2 de octubre de 1974, se informaba además que el cuerpo de Manuel Sanhueza no había podido ser rescatado. Cecilia sintió que ya no le quedaba vida por vivir. Su compañero estaba muerto y había perdido a su hijo a punta de golpes y torturas. La historia del telegrama era absolutamente inverosímil y luego de salir de prisión, meses más tarde se dedicaron sin descanso a buscar a Manuel. Pero todo fue en vano. No sólo no supieron nada más de él, sino que tampoco su esposa recibió jamás un certificado, un papel cualquiera que acreditara su muerte. Cuando el cuerpo de Manuel Sanhueza fue encontrado en la fosa de Pisagua en junio de 1990 sólo pudo concluirse que fue el último quizás de los fusilados de Pisagua. O quizás que esa sepultura se abrió por última vez para recibir su cadáver acribillado a balazos.

Testimonio publicado por familia de Manuel Sanhueza, en Edición Moluche.

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