jueves, 15 de noviembre de 2007
CONSIDERACIONES EN TORNO AL NACIMIENTO DE LOS PARTIDOS POLITICOS EN CHILE
*Joel Díaz Acevedo. Magíster (C) en Historia.
Artículo publicado en Septiembre de 2001
La consolidación de la constitución del 33 estableció una senda a seguir, en términos del accionar histórico de nuestro país, la cual, en el decir de varios historiadores obedecería a diferentes calificativos en cuanto a proceder; entiéndase: periodo autoritario, portaliano, conservador, presidencialista, de fuerza etc. La verdad es que todas estas y otras apreciaciones aunque no son coincidentes en la forma si lo son en el fondo: a saber todas Hablan de una elite de una oligarquía encargada -por la razon de la fuerza- de "representar" a la nación toda, situación que marca un inicio en la construcción del proyecto de político en Chile con un puñado de sujetos en una vereda arrogandose la ciudadania y sentir nacional y el sujeto común en la otra.
Mientras Encina resta importancia a los elementos de fuerza incorporados en el régimen: “…Lo que el delirio llamó despotismo sólo fue el mando enérgicamente ejercido, dentro de la constitución y la ley (….) Y lo que llamó atropellos a las garantías individuales, sólo fueron las medidas que en todo pueblo organizado se arbitran contra los que conspiran o se rebelan contra el orden publico…”1. Otros como A. Edwards, mas papistas que el papa, se han preocupado de enaltecer el periodo iniciado con Portales, con ribetes de abnegación y servicio público. A saber: “…El desinterés y los servicios gratuitos eran un hecho corriente, en cambio las defraudaciones al fisco no se conocían ni siquiera de nombre…” .
En la otra orilla, la descalificación pareciera tener suficientes argumentos:
“…desde 1831 en adelante las medidas represivas para enfrentar cualquier oposición política y para mantener el orden, utilizadas con mayor o menor intensidad, se fueron haciendo rutinarias. Dichas medidas eran la vigilancia de los opositores por parte de la policía o por informantes civiles, los allanamientos de casas particulares, los encarcelamientos preventivos, las flagelaciones y torturas a los presos, tanto como medio de castigo como para obtener información política, la prohibición de reuniones políticas y de manifestaciones publicas contra el gobierno, los consejos de guerra con jurisdicción sobre civiles, los juicios sumarios con resultados de fusilamientos inmediatos, la relegación interna de opositores a lugares lejanos, los destierros, las multas y las confiscaciones de bienes. Se entablaban juicios contra la prensa opositora la que era clausurada con y sin atribuciones legales. También se atacaba a sus periodistas, sus oficinas y sus instalaciones. Los funcionarios que se oponían a los gobiernos del momento o que se unían a la oposición en los conflictos internos eran destituidos. Los militares que participaban de ideas disidentes o conspiraban con civiles de oposición eran dados de baja encarcelados, desterrados y a veces fusilados…(En resumen, un régimen…) autoritario, represivo e intolerante…”
Con todo, existe coincidencia en establecer que en lo referente al fondo, los sectores involucrados en la vida política nacional no salían de la aristocracia criolla, con vínculos incluso sanguíneos, lo que de alguna manera convertía a los protagonistas del acontecer político en una gran familia. Por tanto, no existirían diferencias profundas en las diversas posturas políticas al menos en esta etapa posterior a la constitución del 33, o de carácter nacional en la origen de la acción política. Llegado el momento de las definiciones propiamente tal, se trataría mas bien de grietas menores, entendiendo que el periodo que surge a partir de la década del 30 es de carácter eminentemente conservador, amparado fundamentalmente en el orden y progreso, por lo tanto, las primeras agrupaciones políticas tendrán este sello: “…la aparición inicial de este cuasi partido (conservador) no fue resultado de un conflicto alrededor de una fisura social básica, sino más bien consistió en una lucha por los beneficios y cargos públicos” .
En este escenario, es difícil discriminar en que momento preciso nacen entidades que se puedan calificar de partidos en sí, ya que al margen de buscar influir en los destinos políticos, es dudoso que se encuentren provistos de permanencia, funcionamiento al margen del gobierno y tengan algo parecido a un programa, como lo señalan las definiciones mas clásicas. A pesar de ello, como se sabe, el primer partido dataría de 1857, y siendo más estrictos el primer programa de partido propiamente tal se observa recién en 1878.
Las primeras brechas al interior del dominio de la elite aparecerían, según Scully, a fines de 1a década de 1840 precisamente al interior del gabinete de Bulnes , debido a rencillas producidas en torno a la figura del ministro del interior, Manuel Camilo Vial, de corte “liberal” quien tenía dentro de sus rivales mas enconados a Manuel Montt. Luego de la salida de Vial del gobierno éste se instala como la figura de la oposición liberal, este estado de la cuestión derivaría con el correr del tiempo en una división más efectiva con la irrupción del conflicto clerical-anticlerical. De este modo, las controversias fundamentales encontradas al interior de los bandos o facciones dominantes hacia la década del 50 pasarían, de acuerdo a la coyuntura, a profundizarse de modo tal que se podrán luego distinguir varias corrientes, las cuales darán origen a su vez, a los futuros partidos . A saber: una primera corriente de características clásicas conservadoras, católico, tradicionalista y ultramontano, reacio al autoritarismo, proclive a los gobiernos blandos, conciliadores y respetuosos del pasado, contrario a la ingerencia del estado en materias eclesiásticas, aristócratas dueños de grandes propiedades agrícolas. Otra vertiente conservadora de características más “progresistas”: agrupados en torno a Manuel Montt, defensores del patronato, tolerantes en materias religiosas, autoritarios en el plano político, progresistas en materias económicas y sociales. Profesionales, empresarios mineros y exportadores. Una tercera corriente de carácter liberal: asociación temporal circunstancial de clanes familiares y círculos influenciados por Europa y antiautoritarios.
En este contexto, la coyuntura crítica se produce en 1857 y va a detonar una serie de conflictos que involucraban a los grupos ya citados sumados a la iglesia y el poder judicial. El centro de estos conflictos va a estar como ya se dijo en torno a los cargos, tanto políticos, judiciales y eclesiásticos. En la práctica, podemos observar como por ejemplo en las elecciones de parlamentarios, a pesar de lo institucionalizado del cohecho y el acarreo por parte de los candidatos, se va a ir dando pie a una dura lucha, la cual se trasladaba luego al congreso y al quehacer diario de la clase política. La cuestión clerical no es menor y al mismo tiempo alberga el germen de la transición política.
La resultante de los sucesivos conflictos va a desencadenar hacia fines de la década del cincuenta en los primeros partidos políticos, los cuales según Scully, se van a constituir a partir de dos ejes fundamentales hasta 1920 (cabe mencionar que para Scully el tema del clericalismo da origen a los partidos políticos). Uno conservador clerical (1857) en sus orígenes dirigido por una plana de prelados y laicos proclives al arzobispo Valdivieso. En la antípoda el radicalismo anticlerical (1863). En el centro el primer partido político, el Nacional (1857), de corte conservador pero antiultramontano, regalistas y presidencialistas, cuyo lema sería orden y libertad. También a medio camino los liberales(1857) y balmacedistas(1892).
Bajo este marco, las diferentes tendencias agrupadas ahora en partidos, van a manipular a su amaño las herramientas necesarias para llevar adelante su lucha por el poder, para ello el artilugio electoral establecido por la constitución del 33 como una especie de anexo va a tener suma importancia. Esto da cuenta del sentido dado a la organización republicana y democrática por la elite criolla, la cual perdura hasta nuestros días.
A lo anterior se debe sumar las restricciones al voto y respectivas candidaturas (hasta 1888 vota sólo el 3.5 de la población)lo que reduce el carácter representativo que se supone conllevan los partidos políticos. Por supuesto que todos estos partidos obedecían a intereses reales pero que en la práctica eran de solo de un restringido grupo de chilenos. En un país el cual contaba con una abrumadora población rural, el electorado durante todo el siglo XIX no superará el 5% de la población.
En definitiva el nacimiento de los partidos políticos está ligado al accionar de los diferentes grupos de poder, los cuales se entiende no van mas allá del 5% de los población total del país para el siglo XIX, quienes, sin embargo, debido a su condición de caciques territoriales movían a las masas detrás de si y al mismo tiempo eran capaces de dar el carácter nacional a sus disputas. En este estado de las cosas, los sistemas de organización van a ir siendo generados a medida, con un ojo y medio puesto en las formas organizativas europeas, en su forma de vida y diversas vanidades, mientras que el otro tanto lo ocupaban para no ver mas allá de sus narices, dando de este modo un alambicado carácter al quehacer político nacional.
1Encina F. Historia de Chile desde la prehistoria hasta 1891. Stgo. Ed. Nascimiento1950 v.15.p74
Etiquetas: HISTORIA
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